Enseñanza de vanguardia y tradición clásica
Resumen
Hemos llegado al final de un siglo marcado por la crisis y el cuestionamiento de los sistemas de enseñanza artística. El academicismo (el estilo o el tipo de enseñanza de las academias históricas) fue rechazado por la modernidad por imponer una práctica retiniana, acrítica y ritualizada. Lo que se conoce hoy como “modelo-Bauhaus”, basado en el triplete “creatividad-medium-invención”, es el más representativo de las nuevas pedagogías modernas y para muchos sigue siendo el único arquetipo válido con el que oponerse al modelo académico. Pero el paradigma Bauhaus, en el momento actual, con la crisis de la modernidad, se encuentra también en declive. La realidad es que las escuelas que han fundado las nuevas pedagogías han tenido tiempo de envejecer, de fundar verdaderamente una tradición. La crisis de la modernidad es una crisis que aún requiere mucha reflexión. La utopía no se ha concretado y el programa de la modernidad se ha diluido en un experimentalismo á la page en sincronía con la actualidad artística más inmediata, a menudo encubierto bajo el término de “investigación artística”. En los años 70 y 80, la nueva pedagogía moderna se ha traducido en una desespecialización de la formación que se encubre bajo el término genérico de “investigación”. Este término abarca una zona larga y difusa de prácticas artísticas. Por lo general, corresponde al índice de especificidad que el aspirante a artista quiere atribuirse, “mi investigación” se convierte así en la formulación valorizante de “mi trabajo” (Moulin, 1992). Al incorporarse los conceptos de “investigación” e “interdisciplinariedad”, junto con la actitud a ejercer diferentes prácticas artísticas sin que sea especificado ningún contenido en particular, nos encontramos, en el momento actual, de lleno en el dominio de “arte en general” y no en el de los dominios particulares del arte; pintura, escultura, arquitectura, etcétera (Th. de Duve, 1992).