Teatro chicano
Un secreto que da voces
Resumen
En México el teatro chicano es prácticamente desconocido. Mientras en Estados Unidos logró hacer época aunque fuera por pocos años, y sólo entre ciertos sectores, aquí es un secreto conocido únicamente por una parte de los iniciados en el arte teatral independiente, a pesar de que sus obras han sido representadas en distintas partes de la República Mexicana por las compañías teatrales pertenecientes a ese movimiento y por grupos de artistas mexicanos. Esta manifestación de lo que he dado en llamar el “México errante” —formado por quienes teniendo raíces étnicas y culturales al sur del río Bravo nacieron en Estados Unidos— es la única de las artes que tuvo desde el principio objetivos políticos, por encima de los estéticos. De hecho, no se trata de un arte que se politizó, sino de una manifestación escénica creada para servir a los fines políticos del movimiento chicano en los años sesenta. Sin embargo, no se trata de un invento de Luis Valdez, el paradigmático dramaturgo, actor, director y creador de El Teatro Campesino, la compañía más famosa del movimiento escénico chicano. Sin restarle méritos, Valdez tuvo, en todo caso, la genialidad de retomar todo lo que sus antecesores mexicanos y españoles habían realizado, e incorporar a ello las formas más vanguardistas de la escena teatral mundial en la década de los sesenta.